Profeta en su tierra - Almafuerte
 


Presa fácil (Ricardo Iorio)

De la noche del viernes,
al domingo por la tarde.
Fui enjaulado cual misto.
Sometido al amance.
Por legales de oficio,
que mi aspecto al parecer.
Les resultó jodido.
Por metalero y pesado.
Amansadora guacha de averiguación,
horas amargas del policial encierro.
Otros tantos conmigo,
mastican el garrón.
Y buscan el olvido en la conversación.
Horas perdidas que jam s tendrán después.
Etapas de la vida,
ciudad de Buenos Aires.
Con encerrar al rockero adolescente.
Cumplida es la orden por quien obedece.
Está en las calles y su imagen es pura pasión.
No calza caño, es presa fácil de someter.
Cuando llenar el jaulón se les ordene.
No es de extrañar, que al metalero se lleven.
Para escracharlo en el libraco mal parido.
Certificando así, que hubo detenidos.
Aunque inocentes.
 

Del Entorno  (Ricardo Iorio -Claudio Marciello)

Trabajadas magias, del oscuro error.
Hacen a mi carne, suspirar por brillo.
Resisto a la idea de darle al papel,
frases metaleras del entorno mío.
Y el de tantos, que mi canto
causa espanto o no advierten.
Que me cago en la moda.
En la cumbiamba y su joda.
En el amor mentido y el
castigo divino.
Dios es amor dice el pastor.
Llegar del trabajo la tarde me vé.
Sumarme a la charla y enterarme de que.
Parapoliciales de investigación.
Muertos a piedrazos, fueron por los vecinos.
Que no duermen, porque venden,
la sustancia cortavino.
A la hora de hacer cola.
Niñasmadres, y travestis también.
El amanecer llegando al barrio.
Hasta mi ventana,
escucho el cantar de un
sobreviviente gallito pinino,
anunciando el día.
Y el paso del tren
rodando las vías
que van hacia su destino.
Como tantos que mi canto
causa espanto o no advierten.
Que me cago en la moda.
En la cumbiamba y su joda.
En el amor mentido y el
castigo divino.
En esta razón
yo estoy fundido.


El amasijo de un gran sueño (Ricardo Iorio)
Fue sin un porque,
mi gran sueño amasijado.
Mucho lo lloré, por inesperado.
Premeditaron apartarme
y al saberlo, me hice a un lado.
Canto mi razón
para que quien quiera, guarde.
Pues voy otra vez,
nuevamente como antes.
Muchos amigos se angustiaron al saber,
que el sueño mío
se quedaba en el ayer.
Mientras reía el comenrciante informador,
que desprestigia siempre
lo que el criollo siente.
Rumoreando, deshonrando.
Sin detenerme recordando el ayer.
Lo que hubo sido,
y lo que no pudo ser.
Sigo intentando junto al pesado metal
llegar a quien lo siente,
mandando de frente mis verdades.
Fue sin un porque,
mi gran sueño amasijado.
Mucho lo lloré, por inesperado.
Premeditaron apartarme
y al saberlo, me hice a un lado.
Muchos amigos se angustiaron al saber,
que el sueño mío
se quedaba en el ayer.
Mientras reía el comenrciante informador,
que desprestigia siempre
lo que el criollo siente.
Rumoreando, deshonrando.
 


Voy a enloquecer (R. Moreno - Ricardo Iorio )
Estoy muy cansado,
ya no sé que hacer.
Me anda pareciendo
que he de enloquecer.
Todo sigue igual,
o peor que ayer.
Nunca paro de correr.
Ya no se quien soy.
Ya no se que hacer.
Solamente entiendo que
el tiempo se va de mí,
y se acaba infeliz.
Con este ardor, no quiero seguir.
No quiero seguir.
Voy a enloquecer.
Voy a enloquecer.
Voy a enloquecer.
 


Lucero del Alba (Ricardo Iorio -Claudio Marciello )
Por quererte ver,
Lucero del alba.
Tropecé y caí al regresar de andar en nada.
Pasa el siglo veinte
y la ciudad Central me amarra
con su mano de cemento etereo,
al vicio de madrugarla.
Alcé mis ojos al cielo,
cuando cruzaba la plaza.
Queriendo verte Lucero,
pero no pude ver nada.
Nada más que miserables
palomares de concreto.
Tras el ramaje abatido
de uno árboles resecos.
Esta visión me distrajo,
y pisé caca de perro.
Grité la conchasumadre,
y se detuvo el patrullero.
Ay, ay mi suerte, que suerte mala.
Por quererte ver, Lucero del alba.
Acusado por el rati
que me vió mirando el cielo
y gritar conchasumadre
en el alba del Lucero.
Bajo sospecha de adicto,
a las drogas ciudadanas.
Fui sumado al registro
de ilegalidad urbana.
Ay, ay mi suerte, que suerte mala.
Por quererte ver, Lucero del alba.
Lucero del alba,
con tu luz soñe
en mi encierro.
Ella bañaba mi carne,
y ésta con su sombra el suelo.
De los llanos apartados
del gran amontonamiento.
Donde dejaba este
canto en solitario al cielo
abierto.
Mi despertar fue
tan triste, como mi
suerte de mala.
Lucero que verte quise
pero no pude ver nada.
Nada más que miserables
palomares de concreto.
Tras el ramaje abatido
de uno árboles resecos.
En la ciudad que me oprime,
al vicio de madrugarla.
Donde no hay uno que avise.
Pero muchos que se guardan, ignorándote.
Lucero del alba.
Ignorándote. Lucero del alba.



Hombre peste  (Ricardo Iorio -Claudio Marciello )
Una madre lloraba de descontento.
Pues su hijo escapando fue descubierto.
La familia toda a pleno lamentó la herida,
de esa madre dando el grito,
de porqué le hiciste esto a mamita.
No faltó el bruto consejo de avisarle a la policía.
La falopa tiene droga.
Gritó el tano de la esquina.
Se atomó la marihuana
informó el tío Cose
y enterado el vecindario,
internado sé que fue.
Charlas de reventados, arrepentidos.
No evitaron que fugase,
de un salto limpio.
Por el parque Leloir, llegó al oeste.
Y con chamuyo legal,
testeó el ambiente,
encontrando así a su igual,
rápidamente.
Pues para escaparse ha nacido.
El hombre peste.



Zamba de resurrección (Ricardo Iorio - Claudio Marciello)
Mía es la voz que lo canta,
y es por sentir que me atrevo.
Con las raíces que tantos olvidan,
persiguiendo foráneos modelos.
Tradiciones del país,
que forjaron aquellos.
En fortines aguantando
el malón traicionero.
Que bien describe José Hernandez,
en su Martín Fierro.
Digo en la zamba que hasta mí
trajo, este guitarrero.
Hoy, que en toda su extensión
la patria está alambrada,
desheredados, gauchos e indios
empobrecidos, reencarnan.
Y con toda su ansiedad
por poseer lo que aquellos,
mueven la rueda del escolazo
y el condenable escapismo siniestro.
Que me describe en su cotidiano
plato de alimento.
Miente la historia,
digo en la zamba de este guitarrero.
Zamba de resurrección,
te darán criollas guitarras.
Yo mis decires dejo contigo,
para honra de la raza.
A las raíces restará olvido,
quien guste entonarla.
Como yo mismo
y sin perseguirme,
me he atrevido a hacer.
 

De la carne (Ricardo Iorio -Claudio Marciello)
Digerida, muy pronto ha de ser,
la carne de sus cuerpos.
Se de ver, que van
con rumbo al matadero.
Que no han de volver
a pastorear los suelos
del llano rural.
Dispuso quien sea dueño.
Pues decide el rumbo final,
que aguarda el carnicero.
Quien sin demorar,
faenará el deshuello.
Para complacer
el carnívoro argento.
Sin desperdiciar
las miasmas de su infierno.
Embutidos, que
los paladares están demandando.
Como quien tiene,
demanda protección.
Con los míos voy,
transportado entre fierros
de rodado audaz.
Lejos del entrevero.
Documentación que en digital intento,
fichas saltaran. Para que aguante el diestro.
Sin miedo a perder.
Sin esperar recompensa
por darse.
Guino de más,
que despierta al despierto.
Rebasando estoy.
El vacío bostero, de quien va por más.
Lejos del entrevero.
Dieciocho son las del cerealero.
Que quedan atrás,
mientras yo voy mi suelo.
Embutidos.
Los paladares están demandando.
Como quien tiene,
demanda protección.
 


En las calles de Liniers (Ricardo Iorio )

En las mugrientas esquinas de Liniers
pierdo los días pues no me toca escapar.
El gran apego a lo ilusorio
se refleja en las vidrieras
de un trucho centro comercial.
La idolatría populosa se dibuja en largas filas
para adorar y no pensar.
La piedra muerta del desvío,
falsamente milagrosa
sigue ocultando la verdad.
Insatisfechos, renegados
que se niegan a sí mismos,
faltos de calma y de piedad.
Buscan el triángulo en las niñas
para alimentar su morbo
y masturbarse en soledad.
Ellas también gozan mostrándose inocentes,
son arpías esclavas del televisor,
viven pensando en lo externo,
son adictas a la vida
buscan billetes y pasión.
Sólo transmito lo que observo
no es una invención de mi mente
esto acontece cuando contemplo el presente
en las calles de Liniers.
Mas cuando el sol, mi fiel testigo,
dá de lleno en el asfalto y derrite el alquitrán
los fermentos nauseabundos
de la basura estancada
entorpecen mi pensar.
En la esquina un policía,
está peleando con su hembra;
pues esta nunca le fue fiel
bajo el paso de las vías,
los mendigos se revuelcan
muy pocos los quieren mirar
y la inverve horda humana
que desciende de los trenes,
desesperada y alocada
contamina mi cabeza
y busco amarlos como sea
para no volver jamás.
Sólo transmito lo que observo
no es una invención de mi mente
esto acontece cuando contemplo el presente
en las calles de Liniers.
 
 
Como los bueyes (Pedro B. Palacios)

Ser bueno, en mi sentir.
Es lo más llano,
y concilia deber.
Con quien pasa lejos,
casi adusto.
Con el que viene a mí,
tierno y humano.
Hallo razón, al triste y al insano.
Mal que reviente,
mi pensar robusto.
Y en vez de andar
buscando lo más justo,
hago yunta con otro, como los bueyes,
y soy su hermano.
Sin meterme a Moisés
de nuevas leyes,
al que pide pan
doy pan y puchero.
Y el honor de salvar al mundo entero,
se lo dejo a los genios y a los reyes.
Como los bueyes hago,
vuelvo a decir.
Mutualidad, de yunta y compañero.
Y el honor de salvar al mundo entero,
se lo dejo a los genios y a los reyes.


Moraleja  (Ricardo Iorio )
Siempre ansié cantar.
El canto macho, nativo de mi nación.
Para enterarte.
Para informarte que, también yo he nacido.
En el terreno del Atlántico a los Andes.
Del verde Chaco a los hielos fueguinos.
tan solo, sueños alocados.
De un gringo argentino.
Pampas del Ranquel.
Sierras del Comechingón.
Sepan, que quien canta lleva en la sangre,
la historia final del malón.
Y conoce la moraleja.
El que no coje se deja, por eso lo estoy cantando;
el que no coje se deja
la puta que lo parió.
Por los niños pobres que no tienen hambre.
Por la suerte, y por las apariciones de la luz mala.
Por el Cristo salvador, por el diezmo señor.
Aquí sus pecados, hemos de salvarle,
y vengan las cristianías, y la gente.
Muerta de hambre.



Los delirios del defacto (Ricardo Iorio )
Uno más, entre tantos soy.
Que olvidar no quiere.
Los delirios del defacto.
Me ha dictado la razón.
Cantar en repudio
al genocidio ejecutado.
Porque no olviden.
Porque recuerden.
Aún, los que hoy mismo,
engendrados fueren tal vez.
La impunidad,
del perro guardián.
Por los que eligen,
quien es gobierno.
Por quien digite,
el control de este infierno también.
Sobre tu extensión.
Latina nación.
Uno más, entre tantos soy.
Que ha desviado el rumbo
de mártires y de santos.
Encontrando por cuestión.
Cantar en repudio,
al genocidio ejecutado.
Por los más chicos.
Por los que vienen.
Por los que hoy mismo,
engendrados fueren tal vez.
La impunidad,
del perro guardián.
Por los que eligen,
quien es gobierno.
Por quien digite,
el control de este infierno también.
Sobre tu extensión.
Latina nación.
Por los que eligen,
quien es gobierno.
Por quien digite,
el control de este infierno también.
Sobre tu extensión.
Latina nación.
 


Rubén Patagonia (Ricardo Iorio - Claudio Marciello)
Fue amanecer, cuando un amigo.
Tu voz se trajo, grabadita en un cassette.
 
Escucharte me golpeó,
frío cual viento fueguino
barre los llanos selknam de pueblo aoni kenk.
Doy mi cantar
por convidar a todos.
Con el cantar que guardo,
por pasión y por verdad.
Poco común de encotrar hoy.
Peñi Ruben.
Grave tehuelche argentino.
Guardián del canto,
mapularauco quimey.
Ayeres que no son hoy,
pero que son igualitos.
Tu voz se trajo,
de más allá del Neuquén.
Doy mi cantar
por convidar a todos.
Con el cantar que guardo,
por pasión y por verdad.
Poco común de encotrar hoy.
Peñi Ruben. Yo, tus verdades no olvido.
Por eso canto, aunque pa' pocos tal vez.
Destacando tu labor.
De lucha contra el olvido.
Juzgo al rosario,
parido en la santa fe.
Doy mi cantar
por convidar a todos.
Con el cantar que guardo,
por pasión y por verdad.
Poco común de encotrar hoy.



Del Colimba (Ricardo Iorio)
Mirando el sol
desde un cuartel.
Uno entre tantos
de la patria grande.
Se va el Domingo y yo
maldigo mi suerte,
pues por azar aqui estoy
vestido de verde.
Fue por sorteo, pibe.
Sin tomar parte.
Hoy soy quien corre, limpia y barre.
En un cuartel, en un cuartel.
Sirviendo a quienes eligieron aqui estar.
Mis metaleron sue¤os deben demorarse.
Estoy forzado a la militar instrucci¢n,
y cantando trato de aguantar.
En un cuartel, en un cuartel.
Fue por sorteo y no por por propia voluntad,
que me han rapado y separado de mis pares.
Ser vigilante pareciera ser mejor.
Yo cantando, trato de aguantar.
En un cuartel, en un cuartel.
Fue por sorteo y no por por propia voluntad,
que me han rapado y separado de mis pares.
Ser vigilante pareciera ser mejor.
Yo cantando, trato de aguantar.
En un cuartel, en un cuartel.



Me da pena confesarlo (Carlos Gardel)
Nace el hombre en este mundo
remanchao por el destino
y prosigue su camino
muy confiado del rigor.
Sin pensar que la inclemencia
de la vida sin amor,
va enredando su existencia
en los tiempos del dolor.
Pero llega aqui un momento,
se da cuenta de su suerte
y se amarga hasta la muerte
sin tener ya salvación.
Pues comprende que la vida,
fue tan sólo un metejón,
al perder la fe querida
de su pobre corazón.
Me da pena confesarlo
pero es triste, que canejo,
el venirse tan abajo,
derrotao y para viejo.
No es de hombres lamentarse
pero al ver como me alejo,
sin poderlo remediar
yo lloro sin querer llorar.
Si no fuera aquel recuerdo
de mi madre tan querida,
me acorrala en esta vida
con sentida devoción.
No era yo quien aguantaba
esta triste situación,
y el que así te contemplaba
sin abrirme el corazón.
Pero hay cosas compañero,
que ninguno las comprende,
uno a veces se defiende
del dolor para vivir.
Como aquel que haciendo alarde
del coraje del sufrir,
no se mata de cobarde
por temor de no morir.
Me da pena confesarlo
pero es triste, que canejo
el venirse tan abajo
derrotao y para viejo
No es de hombres lamentarse
pero al ver como me alejo
sin poderlo remediar
yo lloro sin querer llorar
 
 


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