Peso Argento - Iorio/Flavio
 
 
Allá en Tilcara (Ricardo Iorio - Claudio Marciello)
Nacido y criado en el sur (Flavio Cianciarulo)
Río Paraná (Ricardo Iorio)
De Mandinga y remolinos (Ricardo Iorio - Claudio Marciello)
Mal bicho (Flavio Cianciarullo)
Ramón, el indio hereje (Flavio Cianciarulo)
Cacique Yatel (H. G. Agüero)
Gil trabajador (Ricardo Iorio)
Para pocos de los muchos (Ricardo Iorio)
De mandadores y mandados (Flavio Cianciarullo - Ricardo Iorio)
Virgen de los muertitos (Flavio Cianciarulo)
 
 
 
Allá en Tilcara (Ricardo Iorio - Claudio Marciello)
Amanecí allá en Tilcara,
con los amigos de la indiada.
Llevarme allí, quiso el destino.
Junto con quienes mi camino comparten.
Tal vez grabada en las pircas,
mi voz,
como un recuerdo haya quedado.
Como grabado ha quedado en mi ser,
de aquellos, su trato amable.
Anochecí, allá en Tilcara,
con los amigos que entre la indiada tengo.
Y fuí feliz. Grata experiencia,
al compartir su solitaria resistencia.
Pueda este canto que cantando estoy,
sumarle alivio a sus pesares.
O contentar a quien guste de saber,
que jamás te olvidaré.
Me despedí, de madrugada,
de quienes a cambio de nada me asistieron.
Y fuí feliz, grata experiencia,
al compartir su solitaria resistencia.
Pueda este canto que cantando estoy,
sumarle alivio a sus pesares.
O contentar a quien guste de saber,
que jamás lo olvidaré.
 
 
 
 
Nacido y criado en el sur (Flavio Cianciarulo)
Mi abuelo me decía,
aquí el invierno siempre es lucha.
Pero el frío tan intenso
enciende el fuego espiritual.
Punta de flecha y sangre
se mezclan con la tierra
del terrateniente,
de los pueblos del sur.
Nacido y criado en el sur,
lo ví tatuado.
Cultura Aoniken
hasta los huesos.
La paz no es el arma de lo débiles,
sino de los espíritus mas recios.
Patagonia rebelde!
Ballenas libres en el mar.
Patagonia rebelde!
Viento de las montañas del sur.
Punta, gualicho,
sangre.
Guadaña, calavera.
Terror latifundista
de las playas desiertas.
Y mi abuelo continuaba,
aquí la gente se hace dura.
Compensando el trago amargo,
con calor del corazón.
Indios, gringos y criollos se mezclaron.
Es historia la masacre huelguista.
La paz no es el arma de lo débiles,
sino de los espíritus mas recios.
Patagonia rebelde!
Ballenas libres en el mar.
Patagonia rebelde!
Viento de las montañas del sur.
 
 
 
 
Río Paraná (Ricardo Iorio)
Río Paraná:
Tu brisa fresca respirando yo estoy.
Y canto al verte, tal vez por suerte,
cruzando el puente Brazo Largo
Y al ver tus costas verdes
en un sin fin perderse,
sentir estoy deseando lo que
sienten tantos,
que tus márgenes habitan.
Cantaba al remar, en su canoa a
ritmo firme el pescador.
Que hurga en tu vientre, buscando suerte,
como ayer, mañana ó pasado.
Tal vez arrastre hasta la orilla,
la corriente,
esta canción que yo te canto
desde el puente.
Cuando me voy a la Provincia de Entre Ríos,
en canción te lo digo,
Paraná río querido.
Cantaba al remar,
en su canoa a ritmo firme el pescador.
Que hurga en tu vientre, buscando suerte,
como ayer, mañana ó pasado.
Tal vez arrastre hasta la orilla,
la corriente,
esta canción que yo te canto
desde el puente.
Cuando me voy a la Provincia de Entre Ríos,
en canción te lo digo,
Paraná río Argentino.
Río Paraná.
 
 
 
 
 
De Mandinga y remolinos (Ricardo Iorio - Claudio Marciello)
Los desiertos cruzaba,
con rumbo al río Negro.
Neuquén, y más allá,
de Comodoro y de Gallegos.
Cuando trajo malambo,
en remolino, el viento.
Sangre hecha polvo
por el tiempo.
A la cual dí estos trazos,
con pretensión de versos,
que a la guitarra yo entregué.
Mandinga
muy bien sabe,
me amparo en sus recuerdos.
Juzgando responsables
del ultraje y del deg?ello.
Al Remington y al sable,
a la oficial historia,
y a quien decreta la memoria.
A esas legiones agrias,
de cruces y de hogueras,
nombrando a un Cristo de Israel.
 
 
 
 
Mal bicho (Flavio Cianciarullo)
Vos, que andás diciendo
que hay mejores y peores.
Vos, que andás diciendo
que se debe hacer.
Escuchá lo que te canto,
pero no confundir.
Es de paz lo que mando.
Hablás de privilegios
de una raza soberana.
Superiores, inferiores.
Minga de poder.
Cómo se te ocurre que
algunos son elegidos,
y otros son para el descarte.
Ambiciones de poder!
Es malo tu destino,
que marcó tu camino.
la canción que es valiente,
es canción para siempre.
Como dijo mi abuela:
aquí, el que no corre, vuela.
Y en el planeta son tantos.
Como pueden ser tantos.
En la escuela nos enseñan a memorizar,
fechas de batallas,
qué poco enseñan de amor.
Discriminar!
Eso no está nada bien.
Ante los ojos de Dios, todos somos iguales.
Sos el que hace las guerras,
dicta falsas condenas.
El que ama la violencia,
que no tiene conciencia.
Mal bicho!
Todos te dicen que sos.
Mal bicho!
Todos te dicen que sos.
Mal bicho!
Todos te dicen que sos.
Mal bicho!
Así es como te ven.
Por qué vas lastimando
a quién se ve distinto,
imponiento posturas
sólo con mano dura.
Vos tenés para abrigo,
otros mueren de frío.
Sos el que anda matando,
el que va torturando.
Mal bicho!
Todos te dicen que sos.
Mal bicho!
Así es como te ves.
Mal bicho!
Todos te dicen que sos.
Mal bicho!
Así es como te ves.
 
 
Ramón, el indio hereje (Flavio Cianciarulo)
Temprano el gallo cantor,
el sol sale en la misión.
Primeras luces del claustro.
Brilla la helada sobre el maizal.
Divina es la mano del gran inquisidor,
justicia de los cielos.
El indio temeroso por la sentencia
del santo tribunal.
Es que ayer encontraron sepultada
una estatua de la virgen María.
La encontraron cabeza abajo,
cubierta de hierbas secas, cerca del maizal.
Y el sol se escondió,
frío intenso en la misión.
Un silencio sepulcral.
Esa virgen se la obsequié
a mi fiel indio Ramón.
Dijo con voz entrecortada,
el monje al santo tribunal.
Ramón es buen cristiano y trabajador,
sangran sus manos siempre en la siembra.
No puedo creer aún lo que pasó,
Dios! por el pido clemencia.
Bien se vé aquí la mano del Diablo,
dijo con firmeza el santo juez.
Con el indio hereje, a la hoguera,
a cumplir el castigo del fuego.
No habrá piedad!
No habrá piedad!
Y el sol se escondió,
frío intenso en la misión.
Un silencio sepulcral.
Ramón, en las llamas el monje lloró,
sabía bien porque lo hizo.
Ramón lo hizo para bendecir la tierra,
pedir por la siembra cosecha buena.
Las hierbas secas eran para protegerla.
 
 
 
Cacique Yatel (H. G. Aguero)
Asando una picana de
ñandú,
lo sorprendió la tarde en el Pehuén,
arriero soñador de piño
y luz,
que supo ser señor en el Aiken.
Con un perro pelao y un cascabel,
un caballo cansao, viejo y cinchón.
Ahí anda guanaquiando Don Yatel,
cacique Cimarrón,
del Aoniken.
Cuando llega a los boliches
por un trago de ginebra.
Suele cantar un Kaani,
con fábulas y leyendas.
Y los ojos se le escapan
hacia el costao del camino,
porque ha nacido Tehuelche
y antes que nada Argentino.
Cuantos recuerdos tiene Don Yatel,
de la isla Pavón y del Cardiel.
Cuando llegaba el barco de Don Luis,
trayéndole banderas para él.
Cuando el invierno suelta su esplendor,
y se pinta la cima del Chalten,
se me antoja la estampa de Yatel,
corriendo los ñandúes, hacia el sol.
Cuando llega a los boliches
por un trago de ginebra.
Suele cantar un Kaani,
con fábulas y leyendas.
Y los ojos se le escapan
hacia el costao del camino,
porque ha nacido Tehuelche
y antes que nada Argentino.
y antes que nada Argentino.
y antes que nada Argentino.
 
 
 
Gil trabajador (Ricardo Iorio)
El tormento del vino artificial
y su atmósfera parrillera
anestesian la conciencia común,
que transcurre su infancia,
en la tierra estomacal.
Masticando esta siniestra heredad,
prisionero estoy en mi ciudad natal.
Donando sangre al antojo de un patrón,
por un mísero sueldo.
Con el cual, no logro esquivar,
el trago amargo de este mal momento.
Mientras el mundo policía y ladrón,
me bautiza sonriendo gil trabajador.
Bestia humana que duermes aún
de la cuna al ataúd.
Extraviada del rumbo a seguir,
por ignorar que no existe.
El fin, de que escapar.
De Pacheco a la Paternal,
de Dock Sud a 3 de Febrero.
Mis amigos con el corazón,
escuchan esta canción.
Para atravezar, el trago amargo
de este mal momento,
mientras el mundo policía y ladrón,
me bautiza sonriendo
gil trabajador,
gil trabajador!
 
 
 
 
Para pocos de los muchos (Ricardo Iorio)
Bajo un remanso de estrellas
trajo la puna en su embrujo.
Hasta mí, el canto que canto
para pocos de los muchos.
Los muchos que aún cambian
oro por cuentas de vidrio,
y sin reproche se someten
al espejismo bendito.
A quien advierte la farsa,
yo quiero sumar mi voz.
Junto a la indiana, que herencia reclama,
por fuerza de la razón.
Cuando tenga la tierra,
sueña el indio ese día,
y se sigue historiando
injusticia sufrida.
Parece que no alcanza
el tiempo de una vida,
para historiar el desmadre
de opacar a la raza original.
Aún hoy nos acechan
con perdones mentidos,
en nombre de la garcha,
o del santo hijo del Dios mismo.
Cuidate de que no te agarren
tempranito el domingo.
Pues con sumarte,
ellos pagan el perdón recibido.
Con infiernos aterran,
a demonios conjuran,
reniegan el reencarne,
ciegos de locura.
Bajo un remanso de estrellas
trajo la puna en su embrujo.
Hasta mí, el canto que canto
para pocos de los muchos.
Los muchos que aún cambian
oro por cuentas de vidrio,
y sin reproche se someten
al espejismo bendito.
 
 
 
 
 
De mandadores y mandados (Flavio Cianciarullo - Ricardo Iorio)
Chupa Sirios,
buscando el Diablo en la carne.
Cofradías de la falsa resurrección.
En lo más morbido del alma,
de miserias y serpientes.
Sucios son los beneficios, y la
gente,
cae en maldita desgracia.
Con el perdón!
Karma de siglos,
no creer en lo que no se ve.
Prender velas, recoger el diezmo
de hoy.
No hay pecado sin tortura.
De los mártires la culpa.
Sucios son los beneficios,
y la gente cae en maldita
desgracia.
Mandadores y mandados,
es la historia del planeta.
Mandadores y mandados,
por favor ya larguenme.
Con su perdón!
No hay pecado sin tortura.
De los mártires la culpa.
Sucios son los beneficios,
y la gente cae en maldita
desgracia.
Mandadores y mandados,
es la historia del planeta.
Mandadores y mandados,
por favor ya larguenme.
Con su perdón!
 
 
 
 
Virgen de los muertitos (Flavio Cianciarulo)
Virgen de los muertitos,
vela por nuestro hijito.
Que el mar lo toque despacito.
Que lo quiera la montaña
como lo quise yo.
Juntos, siempre muy juntos.
Amor, somos un guerrero
que incansable va,
viento del sendero.
Nada. Nada lo detiene,
lleva su llanto cantor.
No quiero llorar mis penas.
Solo quiero mirar lejos.
la tierra nos da y también se lleva.
Que se lleve este canto,
hacia donde te fuiste vos.
Ay! Virgen de los muertitos.
Vela por nuestro hijito.
Que el mar lo toque despacito.
que lo quiera la montaña
como lo quise yo.
 
 

Inicio - Discografía - Equipamiento - Tablaturas - Links - Volver